Te vas.
Dejas la puerta abierta
y un montón de recuerdos
desordenados en un cajón.
Dejas tu hueco vacío en la cama,
en la silla de la cocina
y en tu ropa que falta de mi armario.
Dejas los amaneceres a medias,
los atardeceres sin ganas
y los anocheceres sin vida.
Dejas la luz encendida,
la alfombra doblada
y miles de fotos que me hacen daño.
Dejas las noches de frío,
los otoños mojados
y las primaveras sin flores.
Te vas.
Y ya sólo nos une ese último atardecer.
Te vas.
Y aunque he intentado borrar tus fotos,
todavía siguen ocupando espacio
en mi tarjeta de memoria.
Y el cajón de recuerdos sigue desordenado,
pidiendo a gritos clemencia
para no ser olvidados.
Te vas.
Y yo dejo la puerta abierta
por si cualquier día
vuelves a entrar.
Dando calor
como un anticiclón,
o destruyendo todo atu paso
como una tormenta de verano.
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