jueves, 3 de diciembre de 2015

Close the door, open the heart.

"Nunca se sabe qué encontrará uno tras una puerta. 
Quizá en eso consista la vida: en girar pomos."




Abrir puertas,
siempre abrimos puertas.
Giramos los pomos de manera frenética
deseando encontrar al otro lado
algo que satisfaga nuestra curiosidad interior.
Sabiendo que la curiosidad mató al gato,
pero esperando que ésta tenga clemencia con nosotros,
aunque solo sea una última primera vez más.

Abrimos puertas.
Nuestras puertas.
Todos tenemos puertas.
Algunos las tienen entreabiertas,
otros las tienen con varias vueltas de llave
y dos o tres pasadores.
Tras ellas encerramos nuestros miedos,
nuestros deseos,
nuestras virtudes y,
muchas veces,
nos acabamos encerrando a nosotros mismos.
Entramos y cerramos el pestillo,
no queremos salir de nosotros mismos,
no queremos volver a pasar
por lo que ya hemos sufrido.

No dejamos que nadie abra nuestras puertas,
es más,
ocultamos con una estantería llena de libros nuestras entradas,
no vaya a ser que descubran a la Ana Frank
que todos llevamos dentro.

Cerramos nuestras puertas
pero no abrimos ninguna ventana.
Hacemos ver que no tenemos puertas para abrir,
nos insonorizamos a nosotros mismos
para no dejar que los miedos hablen por nosotros.
No dejamos que nadie toque nuestros pomos.
Aún así, nos volvemos locos.
Todos locos.
Deseamos con todas nuestras fuerzas
que las personas que queremos nos abran sus puertas
aún sabiendo que nosotros llevamos dentro
puertas tapiadas que no queremos que nadie abra.

No tengas prisa,
llegará el día en el que dejes una puerta mal cerrada a propósito,
dejando que alguien se lleve una parte de ti,
y esa persona hará lo mismo contigo.
Te dejarás llevar,
dejarás que entre por la puerta como si estuviera en su casa,
sabiendo que la va a cuidar por muy desordenada que esté,
y tú harás lo mismo.

Es sencillo,
espera que las personas que te acompañan a lo largo de tu vida
tengan puertas cerradas y de difícil acceso,
permite que nunca te abran todas sus puertas.
Así nunca importará el tiempo que pase,
siempre tendrán algo que enseñarnos,
algo que descubrirnos,
algo que confiarnos.
Algo con el que nos dan el poder de hacerlo pedazos,
y aún así saber que nunca vamos a hacerles daño.
No cierres tus puertas para siempre,
solo aprende quien merece abrirlas
y echar un vistazo en tu interior,
quien no
y quien nunca.

Aprende a querer a las personas que merecen que las quieras.

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