domingo, 27 de diciembre de 2015

Pequeña y caótica tormenta invernal.

A veintisiete de diciembre,
una chica de invierno como yo
debería estar feliz
por tener las manos heladas,
los labios con heridas,
el pelo mojado
y el viento frío acariciándole la cara.
Pero no.

Me falta la tormenta de invierno
de vientos huracanados a no se cuántos kilómetros por hora,
de días de lluvia torrencial,
de noches sin luz,
de truenos y rayos,
de paraguas rotos,
de besos fríos,
de abrazos calientes,
de sueños despiertos,
de te quieros escondidos,
de deseos por cumplir,
     de ti.

Porque no sé en qué momento
empezaste a ser mi tormenta,
mi desorden,
el frío de este caos invernal.

Pero un invierno 
no puede ser sin tormenta,
al igual que yo no puedo 
ser sin ti.

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